CASTILLO INTERIOR O LAS MORADAS 8

 


Terminamos con esta charla las sextas moradas, y queda abierta la puerta para las séptimas, las últimas, donde se alcanza la unión con Dios.

José Mª: Cuando usted quiera.

Hortensia: Capítulo ocho de las moradas sextas. En este capítulo va a hablar de las visiones. Distingue entre visión intelectual y visión imaginaria.  De la visión imaginaria hablará en el capítulo nueve. La visión intelectual, el alma siente como que tiene junto a sí a Jesucristo, al que no le ve ni con los ojos del cuerpo ni con los del alma. Es una compañía continua que tiene de Cristo y sabe que está con Él. La diferencia con la visión imaginaria es que la imaginaria dura muy poco, esta puede durar muchos días. Estas visiones traen grandes ganancias y efectos interiores. Es lo que siempre dice, pero aquí se da en un grado mayor. Que el alma tiene que tener mucha humildad, se le amplía el conocimiento de Dios, siente un amor tiernísimo hacia Dios, tiene deseos mayores de entregarse a Él y tiene una limpieza de conciencia grande. Tiene una gran paz interior. Cuando el Señor le quita esta visión se queda con mucha soledad. Estas almas que tienen estas experiencias a medida que van avanzando cada vez quieren menos los contentos del mundo.

JM: Bueno, aquí hay una contradicción. Al final no dejan de ser experiencias, si Dios siempre está, cómo es que se quita.

H: Claro, aparentemente es una contradicción. Dios está en el alma siempre, por presencia, esencia y potencia. Está dentro de todo, incluso de los que están en pecado mortal, Dios les está dando el ser. Pero como tú dices, son experiencias que Dios le da a sentir que está y otras veces como que se esconde, el alma no siente que está, pero siempre está, claro. Porque si Dios no estuviera pasaríamos a la nada. De hecho a las almas que están condenadas y a los mismos demonios Dios les está dando el ser. Lo que pasa es que Dios no se arrepiente nunca de nada de lo que ha creado. A veces pensamos qué fácil sería que en lugar de condenarse un alma que desaparezca y vuelva a la nada, pero Dios no se arrepiente de nada de lo que ha hecho y lo que hace es inmortal. Dios les está dando el ser.

Entonces aparece, desaparece, digamos de una manera sensible. Es como si tú estás en una habitación con un bebé, tú enciendes la luz y la apagas, y el niño te ve y no te ve, pero tú estás. Y el niño cuando te ve sabe que estás y si apagas la luz se cree que te has ido. Algo así.

Ahora otra cosa que dice, que volvemos a lo mismo que hemos hablado otras veces, aconseja que se le cuente al confesor. Santa Teresa le da mucha importancia a contárselo todo al confesor, que mire que sea muy letrado, prefiere siempre que sea letrado a que sea espiritual. Esto es porque en la época los mismos sacerdotes no estudiaban todos teología. Se fiaba más de los que tuvieran estudios y estuvieran bien formados, aunque no tuvieran experiencia de todas estas cosas. Lo prefería a que fueran espirituales, aunque dice que sea buen letrado y si le hallare, también espiritual. Es decir, si se juntan las letras con lo espiritual, genial, pero si no, ella prefiere que sea letrado.

Como se está dirigiendo a las monjas les dice que se lo comuniquen también a la priora, pero ya lo he hablado contigo en otra ocasión, que como he tenido mala experiencia con la dirección espiritual no lo veo tan a raja tabla. Porque dice ella: “Es bien que a los principios lo comuniquéis debajo de confesión”[1]. Esto no es materia de confesión, la materia de confesión son los pecados actuales, lo demás es dirección espiritual. Pero en aquella época se daba mucha importancia a que todo se le contara al sacerdote y que lo que te dijera el sacerdote quedaba bajo obediencia. A mí no me parece tan necesario. Pero bueno, a lo mejor en la época no había tanta formación o lo que fuera. Hoy en día hasta las mujeres estudian teología, la estudian sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, laicas, todo el que quiera. De hecho más adelante cuenta la anécdota de dar higas, ¿lo has leído?

JM: Sí, la palabra me hizo gracia.

H: Eso viene más adelante, pero ahora me viene al caso también. Dar higas es este gesto, poner el pulgar entre los dedos índice y corazón cerrando la mano. Equivale a un corte de mangas. En el libro de La Vida lo cuenta, cuando empezó a tener visiones de Jesús se lo contaba a un confesor y él para probar si era verdad o no, le dijo que le diera higas, y a ella le costaba mucho, pero por obedecer al confesor lo hacía. Cuando se le aparecía Jesús le daba higas. Luego ella dice que eso no se haga ni aunque te lo manden. Y cuenta que el mismo Jesús en una de las apariciones le dijo que aquello era tiranía. Fíjate qué lío. Ahora un confesor te manda hacer algo así y ni se te pasa por la cabeza hacerlo, mandas a freír espárragos al confesor. Para mí todo esto es muy exagerado, que en la época era así, pues no lo sé. A lo mejor tiene muchos beneficios esa obediencia ciega a un sacerdote, pero yo no lo veo así, no me entra este tipo de cosas. Si tú entiendes una cosa y sabes que está bien ¿por qué tienes que contárselo a nadie?

En el último párrafo vuelve a decir lo mismo, que Dios lleva a cada uno como Él quiere y que no pensemos que es más santa la que tiene más cosas extraordinarias. Va consolando a las que no tienen cosas extraordinarias y dice que no está en eso el ser santa, que está en la virtud. Esto son cosas que Dios hace con las almas, que no las deseemos ni envidiemos a quien las tiene.

Bueno, y ahora en el capítulo nueve habla de las visiones imaginarias. La visión imaginaria es más rápida, dura breve tiempo. “Cuando el Señor es servido de regalar más a esta alma, muéstrale claramente su sacratísima Humanidad”[2]. Dice: “Aunque digo imagen, entiéndese que no es pintada () sino verdaderamente viva”[3]. O sea, que no es una pintura, sino que es una imagen viva, que el alma está viendo a Cristo de una forma viva. Aquí el alma se queda en arrobamiento, que pasa de presto, como un relámpago, pero que aún así queda muy grabado en la imaginación. Es un resplandor como una luz infusa. Su presencia es de grandísima majestad. Sabe perfectamente que es el Señor del cielo y de la tierra, porque Él se da bien a conocer. Es una presencia viva, real, la imaginación por mucho que quiera componerlo no podría.

Luego hace una exclamación continuamente está dirigiéndose a Dios—: ¿Qué será aquel día, cuando nos vengáis a juzgar?, ¿qué será ver airados estos ojos tan hermosos y mansos y benignos del Señor? Se pregunta por qué no  tenemos tanto temor en ofenderle. Estas gracias, de ver a Dios, que son un resplandor, que siente la grandeza de su Majestad también le pone temor del día del juicio. Esos ojos que son tan mansos, qué será verlos airados. Aquí no habla de los arrobamientos, sino que continuamente está haciendo exclamaciones y exhortándonos a que sirvamos a Dios. Va y viene. Entonces qué será si en un segundo estas almas ven a Dios, que verlo aquí es una gota del paraíso, qué será en el día del juicio. Es una advertencia para las almas que no viven en gracia.

Vuelve a hablar de los confesores: “Cómo los confesores no pueden ver esto ni por ventura a quien Dios hace esta merced sabérselo decir, temen y con mucha razón”[4]. Un alma de estas va a contárselo al confesor, teme y con mucha razón la reacción del sacerdote. Porque empieza a contarle estas cosas y el confesor se dice ¿esto qué es? “Si el confesor tiene experiencia y ha pasado por estas cosas, poco tiempo ha menester para entenderlo”[5]. Que si tiene don de conocer espíritus y letras, aunque no tenga experiencia, lo conocerá muy bien. Volvemos a lo mismo. Hablar con llaneza y verdad con el confesor en contarle la oración. Lo que santa Teresa está continuamente aconsejando, que lo contemos todo a un confesor.

JM: A lo mejor lo que quiere decir es que lo comente con personas que estén cualificadas.

H: Claro, pero en la época solo se consideraba cualificados a los sacerdotes. Ella habla de una obediencia ciega, que todo lo que te pase se lo cuentes al confesor, una dirección espiritual.

Otros santos no han tenido esta obediencia ciega. Santa Teresita del Niño Jesús cuenta que intentó tener dirección espiritual imitando a santa Teresa y siguiendo sus consejos y no pudo. Y santa Teresita del Niño Jesús tiene unos escritos fabulosos y es Doctora de la Iglesia.

JM: Se ve más moderna.

H: Que Dios lo permitió por lo que fuera, no cabe duda que la mentalidad ha cambiado. Santa Teresita es del siglo XIX.

Aquí aparece lo de la higas: “Parecíale (se refiere a un gran letrado) muy mal lo que algunos aconsejan: que den higas cuando así viesen una visión, porque decía que adonde quiera que veamos pintado a nuestro Rey, le hemos de reverenciar[6]. Aunque lo pintara el mismo demonio por lo que representa le tienes que reverenciar. “Que aunque un pintor sea muy malo, no por eso se ha de dejar de reverenciar  la imagen que hace, si es de todo nuestro Bien”[7].

Continúa hablando de las ganancias de esta merced: “Acordarse de su mansísimo y hermoso rostro”[8]. Que una vez que ya ha tenido esta merced, una visión imaginaria del Señor, cuando piensa en Él o en su vida o en su pasión, pues se acuerda de esta imagen, le viene a la mente lo que ha visto.

Nos avisa que jamás supliquemos  ni deseemos que nos lleve por este camino. Primero porque es falta de humildad, segundo porque corre el peligro de ser engañada por el demonio, si el demonio te ve con deseo de recibir estas mercedes puede disfrazarse de ángel de luz y te puede engañar. Tercero porque la imaginación te puede fallar y entonces la misma persona se cree que está viendo lo que desea. Cuarto porque es un gran atrevimiento escoger el camino por donde quieres ir cuando no sabes cuál es el que más te conviene. Quinto por no saber si tienes fuerzas para los trabajos que padecen los que reciben estas mercedes. Y sexto porque por donde pensáis ganar, perderéis. Termina diciendo que lo más seguro es no querer sino lo que quiere Dios. Y que por recibir muchas mercedes de estas no se merece más gloria, es decir, después en el cielo. La gloria se recibe según el estado de gracia que tiene la persona, y el estado de gracia se tiene conforme a la virtud, no por todas estas cosas exteriores.

Y con esto termina el capítulo nueve. Almas muy enamoradas, que querrían viese el Señor que no le sirven por sueldo, sino por amor.

Pasamos al capítulo diez que es más cortito. El capítulo diez habla de la suspensión, que es otra gracia mística.

“Acaece, cuando el Señor es servido, estando el alma en oración y muy en sus sentidos, venirle de presto una suspensión adonde le da el Señor a entender grandes secretos que parece los ve en el mismo Dios”[9]. Hace una digresión: que estamos en Dios  tanto en lo bueno como en lo malo. Exhorta a las personas que están en pecado mortal a que entiendan que cuando están cometiendo un pecado están dentro de Dios. Una comparación que hace en otro libro a mí me gusta mucho y la tengo en la mente siempre, es que nosotros somos como una esponja que metes en un cubo de agua, la esponja está dentro del agua y a su vez la esponja está llena de agua. Pues así somos nosotros, estamos dentro de Dios y a la misma vez Dios está dentro de nosotros.

JM: Muy bonito.

H: Santa Teresa dice que cuando una persona comete un pecado, es igual, lo está cometiendo dentro de Dios, porque de Dios no nos podemos salir. La expresión “Dios aparece o desaparece” es nuestro modo de percibirlo y de dar a entender lo que sentimos, pero nosotros estamos dentro de Él y no podemos salir. Termina con una exclamación exhortando a las personas a que abandonen el pecado mortal y sirvan a Dios.

Luego dice: “También acaece, así muy de presto y de manera que no se puede decir, mostrar Dios en sí mismo una verdad que parece deja oscurecidas todas las que hay en las criaturas”[10]. Estas personas ya llegan a entender la verdad de la vida porque están unidos a la misma Verdad, ya tienen un sexto sentido, tienen una visión distinta de las cosas. Entienden por qué hemos sido creados, para qué, en fin, las verdades de la religión que uno aprende en el catecismo. El mismo Dios les enseña.

JM: Esto ya es como más repetitivo. Lo que está tratando de decir es que la experiencia es más continua, tiene más tiempo, es más profunda, es más clara la imagen de Dios, pero no dice cosas nuevas, es con más profundidad.

H: Exacto. Ahora el capítulo once. Aquí dice que el alma ya ha crecido tanto en el amor que ya tiene un deseo muy grande de estar con Dios. Ya no se contenta tanto con la voluntad de Dios, sino que lo que quiere es morir para estar unida a Dios.

“Como va conociendo más y más las grandezas de su Dios y se ve estar tan ausente y apartada de gozarle, crece mucho más el deseo, porque también crece el amar”[11].

JM: Es curioso la percepción que tiene, se entiende que ella está con Dios, lo percibe, tiene esas visiones, pero es curioso que la persona quiere morir, pero vamos a ver, es que hay dos maneras de entender: morir físicamente o morir en el aspecto personal y volver a nacer en Dios, es una manera de explicarlo.

H: Bueno, es como lo que dice san Pablo, que está en un dilema, no sabe si prefiere morir por Cristo o vivir para Él, seguir en esta vida para trabajar por Cristo del amor que le tiene o morir para gozar de Él. El alma está en ese dilema. En realidad el alma es inmortal, y el cuerpo en cierto modo también porque va a resucitar. Lo que quiere es que muera el cuerpo porque el alma quiere unirse con Dios y estar con él para siempre, para no perderle, porque mientras estemos en este mundo no tenemos el cielo seguro. Estas almas lo que quieren es verse ya con Dios y no quieren perderle. Pero sí entiendo la muerte física del cuerpo.

“Crece el amar mientras más se le descubre”[12]. Nosotros amamos lo que conocemos, lo que no conocemos no lo amamos, entonces estas almas como cada vez van descubriendo más cosas de Dios, más grandezas de Dios, pues le aman más.

Describe esta gracia como un ímpetu, como una saeta de fuego,  que agudamente hiere, pasa muy en lo íntimo del alma y dura poco, como un golpe. Debe ser similar, pero no lo mismo que la transverberación.

JM: ¿Qué es la transverberación?

H: ¿Tú has visto la serie de santa Teresa de Concha Velasco?

JM: La vi, pero hace muchos años.

H: Es que ahí viene esa escena. La transverberación es una gracia mística que recibió ella. Estaba en oración, se le apareció un ángel con una saeta de fuego ardiente y se la clavó en el corazón varias veces. Ella decía que parecía que se llevaba las entrañas. De hecho, cuando murió, hoy en día eso está prohibido, pero en aquella época a los santos los descuartizaban cuando se quedaban incorruptos, un dedo para acá, otro para allá. Ahora eso está prohibido. Entonces a santa Teresa la descuartizaron.

JM: La mano de santa Teresa está en Ávila.

H: Y lo hacían con mucha devoción, un relato de cómo descuartizaron a santa Teresa dice que el tuétano estaba fresco. Miraron el corazón y tenía una herida en él: la transverberación. El corazón está en un relicario y se ve la herida.

Entonces, lo que cuenta ella de la transverberación, cuando le pasó duró un poco. Aquí dice que es de presto. Pero en fin, a lo mejor sí es lo mismo.

Estas almas sienten una soledad extraña porque están ausentes de su Bien, por eso desean morir. Esta situación sirve para purificar al alma.

Los efectos que deja: mayor desprecio del mundo, más desasimiento de las criaturas.

Este sentimiento no sucede en el cuerpo sino en lo interior del alma, aquí el cuerpo no participa. Creo que lo cuenta más adelante, que todas estas gracias místicas al final el alma ya deja de recibirlas, porque todas estas cosas en realidad son una imperfección del cuerpo. Al unirse el alma a Dios, el cuerpo no lo resiste y pasan estas cosas, después cuando ya está acostumbrada el alma ya no se arroba. Es un grado superior.

JM: Está bien explicado. La lectura para mí es ya un imposible, me pierdo muchísimo.

H: La primera vez que leí a santa Teresa no la entendí, es que es castellano antiguo, son otras estructuras del lenguaje. Ahora para mí es muy fácil, pero porque la he leído mucho, pero me costó, hay muchas expresiones antiguas, tienes que volver atrás para saber a qué se está refiriendo

JM: Será eso, para mí se está convirtiendo su lectura en un martirio, es que no me entero de nada.

H: Sí, si por eso te digo que sería buena idea actualizarlo al lenguaje de ahora. En los conventos pasa lo mismo, muy pocas novicias leen a santa Teresa y es una pena porque es la fundadora, pero es por eso, porque tropiezan en el lenguaje antiguo y hay que tener mucha paciencia. Yo comencé a entenderla a la tercera vez que la leí, pero otras a lo mejor no aguantan y abandonan su lectura. Sobre todo las americanas, para ellas es muy difícil.

JM: Claro, debería hacerse una edición más sencilla y la otra edición en comparación.

H: Sería coger los textos de santa Teresa y trasladarlos al español actual, para que la gente lo entienda. Porque para comparar ya tenemos estas ediciones.

JM: Sí, pero lo suyo sería poner las dos ediciones comparativas, porque al final al pasarlo a un lenguaje más moderno, es verdad que te enteras de más, pero también al simplificarse se pierden los matices.

H: Claro, pero depende de la finalidad que tú quieras. Oí contar que el P. Royo Marín, ¿sabes quién es?

JM: No.

H: El P. Royo Marín era un dominico a quien llamaban el miura porque llenaba las plazas de toros cuando predicaba. Murió en 2005. Ese hombre es una eminencia en el mundo religioso. Entonces hubo alguien que hizo esto de lo que hablamos, adaptó los textos de santa Teresa a un lenguaje más actual y el P. Royo Marín lo leyó, le pareció muy mal y lo tiró a la basura, porque se pierde la esencia de santa Teresa y no sé qué más. Claro, pero es que él era un hombre de estudios y de letras, y a lo mejor en los años cuarenta o cincuenta lo entendían mejor, pero el lenguaje no para de evolucionar. Voy a lo que tú dices, se pierden matices, vale, pero hay novicias que no leen a santa Teresa porque no la entienden, a mí eso de los matices no me parece tan importante.

JM: Claro, pero si tú eres un interesado de santa Teresa, primero una edición actualizada, y luego ya se mete en materia.

H: Vale, eso ya para quien quiera estudiar más a fondo, como pasa con los evangelios, que se traducen y actualizan y quien quiera leerlos en su lengua original para saborear los matices estudia esas lenguas, pero si no lo traduces no lo lee nadie. Y de lo que se trata es de que el evangelio llegue a todo el mundo. Pues igual con lo demás, que se entienda lo que dice santa Teresa y se pueda aplicar a la vida personal, que de eso se trata, de hacer oración y de practicar las virtudes. Porque si una hija de santa Teresa entra en un convento y no entiende sus escritos, pues no la lee y se queda con santa Teresita. Que está muy bien, pero no es la fundadora. De hecho oí decir que en el siglo pasado montones de vocaciones entraban en el Carmelo por santa Teresita, se encantaban con sus escritos y con su vida. Pero santa Teresita no es la fundadora. Santa Teresita es un ejemplo de cómo hay que vivir en el Carmelo. Es que santa Teresita es muy fácil de leer, es del siglo XIX. Aunque te digo que es un poco romántica escribiendo y a mí a veces me cansa, pero a las quinceañeras les encanta.

JM: Claro, cuando eres más maduro ya no te llega tanto.

H: Además era francesa, murió con 24 años.

JM: Y el romanticismo estaba en el siglo XIX… Y santa Teresa es un coñac bueno con solera.

H: Exactamente.

JM: Bueno, pues muchas gracias.


                                                        Texto © Hortensia López

Todos los derechos reservados

 

 



[1] 6M 8,8.

[2] 6M 9,3.

[3] 6M 9,4.

[4] 6M 9,11.

[5] 6M 9,11.

[6] 6m 9, 13.

[7] 6M 9,12.

[8] 6M 9,14.

[9] 6M 10,2.

[10] 6M 10,5.

[11] 6M 11,1.

[12] 6M 11,1.

Comentarios

  1. Muy interesantes estos diálogos sobre las Moradas de Santa Teresa. Si no se ha tratado de meditar y se ha conseguido alguna luz o la ceguera total, resulta todavía más oscuro comprender.

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