CASTILLO INTERIOR O LAS MORADAS 6

 


En esta charla comenzamos las sextas moradas, que son muy densas y atrayentes.

Hortensia: Hola, ya estamos aquí de nuevo.

José Mª: Vengo con los deberes hechos, así que adelante.

H: Mira, como a veces me dices que te cuesta entender a santa Teresa, san Juan de la Cruz en El Cántico espiritual viene a contar lo mismo y lo hace de forma más ordenada, porque él estudió en la universidad de Salamanca. Tiene sus variantes, santa Teresa de Jesús cuenta sus experiencias personales, mientras que san Juan de la Cruz nunca las cuenta. Santa Teresa escribe tal como se le viene a la cabeza, es un lenguaje coloquial, como si estuviera hablando con sus monjas.

Capítulo primero: “Trata como en comenzando el Señor a hacer mayores mercedes hay más trabajo; dice algunos y cómo se han en ellos los que están ya en esta morada. Es bueno para quien lo pasa interiores”.

En estas moradas santa Teresa habla de los grandes trabajos que pasan estas almas, aquí todavía no ha llegado el desposorio porque el Señor lo que quiere es que al alma le cueste algo y lo merezca, que tenga méritos para llegar a ese estado de oración. En estas moradas los trabajos interiores son grandísimos, el Señor da estos gustos para emborracharlos para que pasen grandes trabajos, que son persecuciones, calumnias, enfermedades muy graves, e incluso algunos el martirio. Esto es aquello del evangelio: “¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?”[1]. Por eso también santa Teresa nos dice que no deseemos los gustos, porque no sabemos si tendremos capacidad para soportar los trabajos que conllevan.

Describe unos cuantos trabajos: “Una grita (un griterío) de las personas con quien se trata —y aun con las que no trata— «que se hace la santa», «que hace extremos para engañar al mundo y para hacer a los otros ruines», «que son mejores cristianos sin esas ceremonias»”[2]. Esto hoy en día ya no se da, porque en la Iglesia hoy se fomenta la Misa, la oración y comunión diarias. Y de una persona que va a Misa diariamente nadie piensa que se hace la santa. Estamos educados de otra manera y es algo normal en la vida cristiana. Este pensamiento hoy en día no lo hay. De una persona que hace oración diaria y tiene defectos nadie piensa: “Mira esa, va a Misa y mira cómo es”. Se ve que en aquella época sí. De hecho, entonces no se podía comulgar diariamente, se hacía más hincapié en la indignidad de la persona que en el don de Dios. Hoy muy al contrario se exhorta a la comunión diaria, e incluso se puede comulgar dos veces al día, y se piensa más en la misericordia de Dios y en la necesidad que tenemos de Él, que en que no somos dignos. Se enseña la relación con Dios como amistad, acercarnos a Él con amor y gratitud, no con miedo. Yo creo que este cambio de mentalidad viene a partir de las revelaciones del Corazón de Jesús a santa Margarita María de Alacoque, en el siglo XVII.

Continúa: “Diréisme que también hay quien diga bien”[3], y sí que los hay. Pero las personas que están en este estado de oración sienten más las alabanzas que reciben y da cuatro motivos. El primero porque les hace claro ver que tan presto dicen bien como mal, hay gente que hoy habla bien de ti y mañana te da la vuelta. El segundo porque el Señor les da mayor luz de que ninguna cosa buena es suya, no se enorgullecen porque saben que todo les viene dado del Señor. El tercero, si ha visto a algunas almas aprovechadas de ver las mercedes que Dios le hace, piensa que tomó su Majestad este medio de que la tuviesen por buena, no lo siendo, para que a ellas les viniese bien. Es decir, que si ella ve que algún alma se aprovecha del estado en que está, ve que todo viene de Dios y no de ella. Lo que dijimos en otra ocasión, que Dios a veces permite que la gente no sepa los pecados que cometen algunas almas buenas, los oculta, porque lo que pretende es el bien de las almas. Entonces, a estas almas las alabanzas no le afectan por eso, y ven que por medio de ellas algunas personas se aprovechan, ve que todo viene de Dios y no le importan las alabanzas.

La cuarta causa, porque como tiene más delante la honra y gloria de Dios que la suya, quítase la tentación de que esas alabanzas han de ser para destruirla.  Esta alma piensa en la honra y gloria de Dios y no le importa lo que digan de ella. Estas almas son tan virtuosas, tienen tanta humildad que les da pena que las alaben. E incluso santa Teresa ve que para el alma es un trabajo verse así en público, que la tengan por buena sin razón.

JM: Eso es como en otra tradición, china o japonesa, si el maestro dijera me voy a morir el viernes a las siete de la tarde. Si se muere todo el mundo dice: “Este era un santo, este sabe mucho”. Y cuentan un caso de uno que dijo eso, llevaba unos pocos años diciendo me voy a morir tal día a tal hora. Y todos esperando y fueron todos los discípulos allí llorando, porque se iba el maestro. Moría a las siete de la tarde, desde la una allí llorando, llegó las seis y todo el mundo decía: “Ya se va a morir”. A las siete no se moría, a las ocho no se moría, a las nueve se empezaron a ir.

Risas.

JM: Se fueron todos diciendo: “Este ni es maestro ni es nada”. Es lo que tú estás diciendo, cuando uno quiere darse de santo quiere dar una imagen y que hasta él se lo cree, cuando está lleno de defectos.

H: El alma tiene una gran ganancia por este camino, el de los trabajos, las tribulaciones: enfermedades grandísimas, dolores agudos. Dios prueba a esta alma con enfermedades graves.

JM: Sí, pero después más adelante habla de los mártires que padecen en los tormentos, “los deseos de hacer penitencia grandísimos, y no hace mucho en hacerla”[4]. O sea, que un mártir es mártir a pesar suyo ¿no?

H: Bueno, esa frase se refiere a las almas que están en este grado, que tienen unos deseos muy grandes de hacer penitencia y entienden bien que los tormentos que sufren los mártires los soportan gracias a la ayuda de Dios.

JM: Pero es como el salto a la piscina, yo me quiero tirar a la piscina o me empujan. Ya me he mojado, ya no puedo hacer otra cosa. Si me matan, me majan a palos, me pegan fuego, tú poco puedes hacer. Otra cosa es que digan, mira como vayas a tal sitio te van a coger y te van a pegar fuego, te van a quemar vivo allí. Y el tío va allí sabiendo eso, pues mira todavía. Pero el que lo cogen pum ven pacá.

H: Vamos a ver, si tú vas por una calle y sabes que te van a dar una paliza, no tienes obligación de ir por esa calle. El quinto mandamiento te manda también cuidarte. Ahora si te cogen y te matan eso sí es martirio, no es cuestión de que te lo buscas.

JM: Pero entonces, que a pesar tuya te hacen santo o eres santo a pesar tuyo. Es lo que quiero decir.

H: El martirio te puede sorprender, pero sí tú lo aceptas y das la vida por Dios es martirio. Tú tienes tu voluntad para aceptar o rechazar.

Seguimos con los grandes trabajos: “Yo siempre escogería el camino del padecer, siquiera por imitar a Nuestro Señor Jesucristo, aunque no hubiese otra ganancia”[5]. Aunque no ganara otra cosa, solo por eso merece la pena.

Después habla del confesor que es poco experimentado que también es una cruz muy grande para estas almas. Ahí tengo mi propia forma de pensar, yo creo que esto es mucho de la época, hoy en día somos más independientes, de hecho, hoy se le llama acompañamiento espiritual. Santa Teresa hablaba a sus monjas que la mayoría de ellas eran analfabetas, en aquella época no se leía la Biblia, no sé cuándo cambió, pero con el Concilio Vaticano II fue un boom que todo el mundo leyera la Biblia. En tiempos de santa Teresa no había formación, no había catequesis como hay ahora, incluso ahora podemos acceder todos a estudios de teología. En aquella época te guiabas por el confesor, era lo que había. Entonces santa Teresa pone una obediencia al confesor muy estricta. Mi experiencia con la dirección espiritual no ha sido buena. Lo que dice santa Teresa me agobia. San Juan de la Cruz también habla de la dirección espiritual, la aconseja, pero hace un hincapié: el alma tiene que ver en cuyas manos se pone. Es decir, tiene que ver con quien habla. Porque tiene que ser un sacerdote con el que tú conectes y te entiendas, lo que no puede ser es que le cuentes tu vida a cualquiera.

Entonces santa Teresa dice que uno de los trabajos de estas almas es si dan con un sacerdote poco experimentado. A alguien que dé con un sacerdote poco experimentado yo le aconsejaría que lo deje. Ya te digo que ahora se le llama acompañamiento espiritual, si el sacerdote te ayuda pues muy bien, pero no tiene que ser una cosa tajante, “lo que diga el confesor”. Y sin embargo santa Teresa habla de una obediencia ciega al confesor que a mí me agobia.

JM: Ella está diciendo ahí también eso, porque si estás hablando con un sacerdote y aunque fuera más viejo que ella, este tío es un manta, le estoy contando unas experiencias, que estoy hablando con Cristo y me está diciendo que es el demonio.

H: De todas maneras, santa Teresa cuenta que se confesaba, lo que el sacerdote decía lo hacía de pe a pa. Pero no paraba hasta que no encontraba un sacerdote que le decía lo que ella quería que le dijera. Siempre obedecía cuando se confesaba, pero hasta que no encontraba a uno que le dijera lo que ella quería no paraba. Y a partir de ahí lo cogía como director espiritual.

Como mi experiencia no ha sido buena, si no muy al contrario traumatizante, esto mejor nos lo saltamos. Con este aspecto de santa Teresa no me identifico y no puedo explicar lo que no entiendo.

JM: Sí, nos lo saltamos, además esto es muy para sus monjas.

Después cuando habla del Esposo, también le llama el Amado, el sufismo lo identifica así, el Amado. Por eso los sufis hablan de…

H: ¿Quiénes son los sufis?

JM: Los sufis son la vía más profunda, espiritual y esotérica del islam. Y hablan de santa Teresa y san Juan de la Cruz.

H: Es que fueron los grandes místicos. Todo el mundo recurre a ellos.

JM: Es que los sufis son místicos. Rumí[6] habla del escanciador que llena el vaso de vino, del Amado y utiliza los mismos términos, por eso los sufis dicen que santa Teresa y san Juan de la Cruz tenían una conexión sufi, porque dicen las mismas cosas que decía Rumí. Pensaban que quizás habían leído a Arabi[7], que sería como el Platón de los musulmanes, y nació en Murcia en el siglo XIII. Esta mujer seguro que ha tocado algo de Arabí.

H: No, porque santa Teresa no estudió, todo lo que ella cuenta es por experiencia. San Juan de la Cruz sí estudió, en la universidad de Salamanca. No sé si estudió filósofos musulmanes. Él también habla a partir de la experiencia, además de los conocimientos que le proporcionaron los estudios.

Bueno, seguimos. Dice santa Teresa que en estos trabajos el único remedio que hay es aguardar la misericordia de Dios, cuando Dios quiere le da la gracia y se terminan estos trabajos o se vuelven más llevaderos. También entre las tribulaciones están las sequedades. El hastío que uno siente, pero no pierde la fe, siente como que Dios no la quiere o que Dios está muy lejos, esto se llama sequedades. Unas sequedades tan grandes que “la gracia está tan escondida que ni aun una centella muy pequeña le parece no ve”[8].

JM: Eso pasa mucho, yo creo que todos pasamos por eso. Que estás harto de estudiar y de pensar y meditar, y no tienes ganas. Entonces lo dejas un tiempo y después te entra muchas ganas otra vez de volver y de retomar las cosas.

H: “Porque si reza es como si no rezase, para su consuelo, digo”[9]. Esta aclaración es buena. Fíjate que dice “es como si no rezase para su consuelo”, porque la oración siempre vale. Siente mucha soledad. El mejor remedio es obras de caridad y exteriores y esperar a la misericordia de Dios. Lo que decíamos antes, que, si no puedes ese día, pues no hagas oración, dedícate a cosas exteriores, distráete y espera a que Dios muestre su presencia otra vez con su gracia, con su paz y su quietud.

Bueno, ahora el capítulo segundo. Vuelve a la palomica, ahora tiene más alto vuelo.

JM: El alma está herida del amor del Esposo. Esto está muy bonito, parece poesía.

H: “Pues comencemos ahora a tratar de la manera que se ha con ella el Esposo”[10]. Son unos impulsos tan delicados y sutiles que proceden de lo interior y que el alma entiende que es de Dios y tiene esa seguridad, ella lo sabe y ya está.

JM: Cuando habla de imaginación, yo no lo entiendo como fantasear. Porque la imaginación la veo como algo más creativo, la fantasía como algo inferior, más inconsistente, más vaporoso. Yo distingo la fantasía como ese estado en el que tú te hablas a ti mismo y te cuentas lo que tú quieres escuchar, nada más que maravillas o el critiqueo. Mientras que la imaginación es como más espontánea y no viene de ti, sino viene del mundo ideal.

H: Sí, es verdad. La imaginación es algo creativo, es algo muy bueno para el arte. La fantasía es como tener la cabeza llena de pájaros.

JM: Yo distingo dos cosas, fantasía e imaginación. La imaginación la asocio con la creatividad, tiene como distintos grados. Otro aspecto es cuando se habla de proyectar una idea, una visualización. Esas cosas las tengo graduadas dentro de mí y las distingo. Por ejemplo, visualizar una imagen que me interesa. Esa es la parte baja de la imaginación y en el momento que tú vas elevándola, que tú te vas elevando de ese aspecto, es como si te vienen esos chispazos, ese toque genial, esa idea que yo entiendo que santa Teresa lo define como una gracia. Por ejemplo, tienes una idea genial o descubres algo y te sorprende, aparece la sorpresa y tú te quedas con esa sorpresa y te llena, te expande el pecho. Yo distingo o mejor dicho diferencio imaginación y fantasía porque englobándolo todo en imaginación, me parece que se pierde mucho su concepto. Pero tú también me dices que estamos hablando del siglo XVI, ¿no?

H: Sí, claro. Es muy interesante todo eso que dices, son matices. Pero ten en cuenta que muchas veces usamos las mismas palabras para cosas diferentes. La economía del lenguaje tiende a simplificar, y no existen dos palabras que tengan exactamente el mismo significado, excepto en la conjunción del pretérito imperfecto de subjuntivo, por ejemplo, hubiera o hubiese. Todas las palabras, aunque sean sinónimas tienen un matiz distinto. Otra cosa es como las usemos, en este caso, imaginación y fantasía tiene distintos matices, aunque a veces las usemos igual.

Ahora santa Teresa continúa diciendo que qué puede hacer el alma: no ser ingrato a tan gran merced y que procure esforzarse a servir y mejorar su vida. Ya ves que repite la misma idea, que el alma no se crea que ya lo tiene todo hecho. Esto lo dice la Escritura: “El que sea santo que se santifique más”[11].

Continúa con las razones por las que el alma tiene esa seguridad de que es de Dios. La primera porque jamás el demonio debe dar pena sabrosa como esta, porque el demonio solo entra en los sentidos, no puede entrar en el alma. El demonio puede engañar con un gusto, pero no tiene nada que ver con lo de Dios, que entra en el alma. El demonio entorpece en el cuerpo y molesta en el cuerpo.

La segunda porque esta tempestad sabrosa viene de otra región de las que el demonio puede señorear, es decir, esto pasa en el alma donde el demonio no puede entrar.

Y la tercera por los grandes provechos que quedan en el alma, que lo más ordinario es determinarse a padecer por Dios y desear tener muchos trabajos y quedar muy más determinada de apartarse de los contentos y conversaciones de la tierra.

O sea que las causas por las que sabe que es de Dios son porque el demonio no puede hacer los gustos de esta manera, él no puede entrar en el alma y Dios sí, y por el provecho que queda, porque cuando el demonio te perturba lo que te queda es inquietud, inseguridad y no te queda ningún deseo de servir a Dios. Mientras que a las almas que tienen estas gracias les queda estos deseos de servir a Dios, de padecer por Él, y le crecen las virtudes.

  En estos días he escuchado unas conferencias de un fraile argentino, el P. Carlos Spahn, y habla de esto mismo. Te leo una parte que he copiado.

 “El demonio molesta al cuerpo, pero no al alma. El cuerpo entendido como los sentidos externos e internos: la memoria, la imaginación, el sentido común. El demonio perturba en eso, pero no puede entrar en el alma. El demonio puede tocar estos elementos y llega hasta los sentidos internos y externos, la parte sensible, tratando de tocar las potencias indirectamente, que son la inteligencia y la voluntad, que no puede tocar directamente y menos aún estar en el alma. Pero como es sensible es lo que más sentimos y rápidamente lo percibimos porque viene de afuera y parece de adentro, pero no, nosotros pensamos que es de adentro porque lo estamos pensando porque se mete en los sentidos internos, pero no se mete en el alma”.

Cuando uno tiene una perturbación, nos asustamos un poco con lo que estamos sintiendo, y sin embargo Dios está dentro en el alma, más fuerte, más seguro, es mejor, pero no hace tanto ruido. Entonces lo que es del exterior, de la sensibilidad es lo que nos azuza, y enseguida ¿por qué Dios permite esto? ¿Por qué Dios no me ayuda? Dios te está ayudando, pero es que el demonio se mete en la sensibilidad por eso hace tanta guerra, pero lo verdadero, que es interior, no puede entrar porque Dios está contigo ahí no hay problema.

Sigue el P. Spahn: “En cambio cuando Dios inspira, mueve, habla… te viene como si fuera tuyo porque Dios está en el alma y el mueve desde el alma, desde la esencia del alma, pasa por las potencias y puede tocar el sentido interno incluso hasta te puede conmover porque vive tan adentro, más que tú mismo, entonces te parece que es tuyo”.

Es que Dios está dentrísimo de ti, mientras que el demonio está fuera y el demonio lo que hace es mucho ruido. Y la paz interior te la da Dios. Esa es la gran diferencia entre cuando una cosa viene del demonio y una cosa viene de Dios. Dios te deja mucha paz y viene como muy dentro de ti porque Dios está en tu alma, mientras que el demonio viene de fuera, toca los sentidos, hace mucho ruido y siempre es externo, porque el demonio nunca puede entrar en el alma de nadie. No puede. Y eso le da mucha rabia. El demonio no sabe lo que está pasando dentro de ti. El demonio cuando tienta es por como tú te comportas, por tu exterior, él te observa. Pero él no sabe lo que está pasando dentro de tu alma, porque ahí está Dios y él no puede entrar, pero por tus comportamientos, por tus tendencias, el demonio ve a cada uno, a este le voy a tentar con la ira, al otro con no sé qué, por como tú te comportas, siempre desde fuera, nunca puede entrar en el alma.

          

Seguimos con el capítulo tercero. “Trata de la misma materia y dice de la manera que habla Dios al alma cuando es servido y avisa como se han de haber en esto y no seguirse por su parecer. Pone algunas señales para que se conozca cuando no es engaño y cuando lo es. Es de harto provecho”.

Aquí trata de hablas interiores, pueden ser de Dios, del demonio o de la propia imaginación. También pueden venir del humor de melancolía, así llamaban entonces a la depresión. Aconseja que se sobrelleve a este tipo de personas.

Todo el bien está en cómo aprovecharse de estas palabras. Las señales de que son ciertas son, la primera es el poderío y señorío que trae consigo. Un alma está en sequedad y Dios le dice: “No tengas pena”, y al alma se le quita la sequedad, dicho y hecho, no se puede dudar que estas palabras son de Dios.

Otra señal es la gran quietud que dejan en el alma estas palabras.

Otra señal es que estas palabras no se quitan de la memoria, aunque pasen los años. Claro estamos hablando de cosas sobrenaturales.

Más adelante trata de las hablas en plan de profecía, cuando el alma sabe que va a pasar algo y aunque pasen los años y vaya todo por otro lado, tiene la certeza de que va a pasar porque Dios se lo ha dicho. Es lo que les sucede a los profetas. Hace la comparación con Jonás. ¿Conoces la historia de Jonás?

JM: ¿El de la ballena?

H: Sí. Nínive era una ciudad que vivía en pecado y ofendía mucho a Dios. Entonces Dios envió a Jonás a que predicara que se convirtieran sino les mandaría un castigo y destruiría la ciudad. Y Jonás cruzó toda la ciudad predicando esto. Entonces el pueblo se convirtió e hizo penitencia, así que el Señor no mandó el castigo. Jonás lo pasó fatal porque no se cumplía el castigo, fue una gran angustia la que pasó de ver que no se cumplían sus palabras. Pero sí se cumplieron porque el castigo era condicional: castigaré si no se convierten. Se convirtieron y Jonás no sabía dónde esconderse porque creía que lo iban a tener por mentiroso. Santa Teresa entiende perfectamente a Jonás: “Se acordaba cierta persona —que es ella— de Jonás profeta cuando temía no había de perderse Nínive”[12].

Otra manera de habla es con una visión intelectual, eso es otro tipo de gracia de la que habla después en el capítulo 8. A unas almas Dios les concede una cosa y a otras, otras, aunque estén todas en las mismas moradas.

Hace distinción entre la visión intelectual y la visión imaginaria, que es la que normalmente conocemos: las apariciones de la Virgen a los pastorcitos de Fátima, a santa Catalina Labouré, etc. Y luego la visión intelectual es como dentro del alma, no es cuando alguien ve a Jesús, a la Virgen, a un santo, a un ángel que están delante de ti, sino como que los ves dentro de ti. Esas son las visiones intelectuales.

Sigue diciendo que hay seguridad de que no procede de la imaginación. Da varias razones. La primera porque debe ser diferente en la claridad del habla, que es tan clara que la recuerda perfectamente. La segunda porque “acá no se pensaba muchas veces en lo que se entendió, digo que es a deshora”[13]. Es decir, que cuando tú recibes una de estas hablas, no estás pensando en ellas, si no que de repente Dios te habla. Eso es una señal de que no es de tu imaginación.

Otra señal “porque uno es como quien oye y lo de la imaginación es como quien va componiendo lo que él mismo quiere que le digan”[14]. La cuarta “porque las palabras son muy diferentes y con una se comprende mucho lo que nuestro entendimiento no podría comprender tan de presto”[15]. El entendimiento tiene un raciocinio y aquí no, aquí es como que te lo ponen por delante, esto es así y es así.

La quinta “porque junto con las palabras, muchas veces, por un modo que yo no sabré decir, se da a entender mucho más de lo que ellas suenan sin palabras”[16]. Es Dios mismo el que te lo da a entender.

El alma ve que es otro Señor quien gobierna su castillo. Esto le da gran devoción y humildad. Y así termina el tercer capítulo.

JM: A mí me gusta mucho estudiar distintas culturas y buscar las conexiones. Pues está Ramana Maharshi[17], es indio. Y entonces comenta: llegó uno que se llama Papayi con ese dolor, esa angustia vital de que no encontraba a nadie que le explicara lo que le estaba pasando. Papayi estaba sentando, escuchándole, daban una charla todos los días de una hora y después la gente se iba. Le hacían preguntas y él respondía. Y se hartó porque no vio nada especial en el Ramana Maharshi, pero llegaron unos de una cofradía con una imagen del dios Shiva, él era un devoto del dios Shiva y entonces Ramana Maharshi sintió como una oleada de amor. Esa onda que hizo le llegó a él. Entonces se dijo: “Este hombre tiene algo”, y se quedó a escuchar. Al otro día volvió y se puso a hablar con él. Le dijo: “Yo me llamo Papayi y he estado una semana detrás de la montaña hablando con dios, con Shiva”. Se vuelve para su casa, y esa noche estando allí meditando, ellos tienen también como un rosario y lo hacen con la respiración. Él había calculado si él moría a los ochenta años cuántas veces tenía que hacerlo a la noche. Se pegaba toda la noche rezando de esa manera, con las respiraciones, haciendo una serie de cosas y de pronto se le presentaron todos los dioses de la India y se fue corriendo al dormitorio a llamar a su mujer: “Niña, que están ahí todos los dioses, levántate para hacer té, que tengo que invitarlos a todos”. Se levanta la mujer y le dice que ahí no hay nadie. “Que no, mira ahí está Shiva, ahí está el otro…”, le responde. Ella piensa: “Este está como una cabra”. Se fue a contárselo a Ramana Maharshi. A lo que voy, él tenía esos momentos de divinidad como eso que está explicando ahí la santa. Ahí lo explica como cosas que se van cortando, sin embargo, sospecho que la morada séptima que es cuando ya está siempre con Dios, sospecho que será eso. Y entonces Ramana Maharshi le dijo: “Vamos a ver, ¿Tú con quién estabas?” “Yo estaba en meditación y vinieron todos los dioses”, y le contó lo sucedido. “Y la semana anterior yo estaba detrás de la montaña y estuve jugando con Shiva”. Raman Maharshi le dice “¿Tú no te das cuenta de que no es continuo, que siempre está un rato, una semana o dos semanas, pero no es una cosa continua?” Y entonces le vino esa inspiración y le pasó lo que sospecho que viene en las séptimas moradas. Que ya se imbuyó y siempre se sintió en ese estado de las séptimas moradas. Porque según este sabio hindú si no se está siempre en Dios, si por el contrario se está intermitentemente, no vives en la gracia de Dios.

El satori me recuerda lo mismo, un maestro que escribió El arte de la paz, un libro de un maestro de artes marciales y tuvo un toque de satori también. Pero no fue continuo, se parece al sexto estado. Este hombre tuvo momentos de satori y cuenta que le llegó muchísima información. Una de ellas es cuando estaba peleando en Japón contra un chino y empezaron a pegarle tiros y de pronto en medio del campo de batalla tuvo una conexión y veía cuando tiraban una bala y se quitaba porque sabía que iba allí y no le daba ninguna.

Un maestro de espada fue a retarlo, de estos samuráis, y le dijo que quería saber si era verdad que tenía esa capacidad. Y le dijo que sí, que él no se peleaba con la gente. Y el otro empezó a darle espadazos y como sabía para donde iba la espada, se quitaba y nunca le daba. Y al final le dijo: “Usted es un maestro, a usted no hay manera de pillarlo nunca”.

Todas estas cosas son conexiones. Lo asocio yo con la sexta morada que está contando santa Teresa. Que no es continuo, que es un momento.

H: Bueno, por hoy hemos terminado. Para la semana que viene tres o cuatro capítulos.

JM: Podemos hacer del cuarto al siete, y se quedan tres.


Texto © Hortensia López

Todos los derechos reservados

 



[1] Mt, 20,22.

[2] 6M 1,3.

[3] 6M 1,4.

[4] 6M 4,15.

[5] 6M 1,7.

[6] Yalal ad-Din Muhammad Rumi (1207-1273), célebre poeta místico musulmán persa y erudito religioso.

[7] Ibn al Arabi (1165-1241), filósofo, teósofo y místico musulmán. Reconocido por la tradición sufí como el mayor maestro.

[8] 6M 1,11.

[9] 6M 1,13.

[10] 6M 2,1.

[11] Ap 22,11.

[12] 6M 3,9.

[13] 6M 3,13.

[14] 6M 3,14.

[15] 6M 3,15.

[16] 6M 3,16.

[17] Ramana Maharshi fue un importante maestro espiritual hinduista indio. (1879-1950).

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